martes, 28 de julio de 2015

Garza Real (Ardea cinerea)




EL PROTAGONISTA
La Garza Real es la más grande de las ardeidas que podemos encontrar en la Península Ibérica. Con su color grisáceo, su gran tamaño y su típico vuelo, es prácticamente inconfundible. 

En época de reproducción el plumaje ofrece más contrastes entre gris, blanco y negro, el pico se vuelve más rojizo y a los adultos les aparecen dos plumas negras alargadas en la cabeza a modo de cresta. Fuera de esta época el plumaje es menos contrastado en general y el pico amarillento.

Con cerca de un metro de longitud, 1,70m de envergadura y hasta 2kg de peso, es uno de los pesos pesados de nuestras zonas húmedas y no suele pasar desapercibida, a pesar de su forma sigilosa de obtener alimento.

Su silueta en vuelo, con el cuello doblado en forma de "S" y las patas estiradas, típico de las ardeidas, puede llegar a confundirse con la de otras garzas, sobretodo la Garza Imperial (Ardea purpurea), pero el tamaño la delata.



Aunque la mayor parte de su dieta la compone el pescado, la Garza Real es una oportunista que también cazará anfibios, pequeños mamíferos o pollos de otras aves si se ponen al alcance de su afilado pico. Complementa su dieta con cangrejos, grandes insectos e incluso plantas. 

Su principal técnica de caza consiste en recorrer zonas poco profundas lentamente y al acecho de cualquier posible presa, pudiendo llegar a quedarse completamente inmóvil. Una vez localizado el objetivo, atacará con un rapidísimo movimiento de su largo cuello, arponeando a la presa con el pico.


En la Península es un ave frecuente, con poblaciones nidificantes en los grandes ríos (Duero, Tajo, Guadalquivir...) y humedales (Delta del Ebro, Albufera y Doñana). En otros puntos como el Delta del Llobregat no es raro ver parejas reproductoras.

En invierno, además, debemos sumar parte de la población europea, ya sea de paso hacia África o eligiendo nuestro territorio como zona de invernada. En esta época es frecuente encontrarlas en casi cualquier zona con agua: ríos, humedales, canales, arrozales o playas en toda la Península.

En época de reproducción prefiere bosques de ribera y sotos donde colocar los nidos, aunque también puede hacerlo en juncales. Generalmente anidan en ruidosas colonias mezcladas con otras especies.

A mediados de febrero, macho y hembra empiezan a reconstruir el nido del año anterior, aportando ramas a una plataforma hecha a base de ramas y troncos y tapizada con hierbas y hojas.





La puesta media es de entre tres y cinco huevos de un color azul claro-verdoso. Ambos adultos incubarán los huevos durante unos 28 días. A los pocos días de nacer, los pollos ya son capaces de hacer pequeñas excursiones por los alrededores del nido, pero seguirán dependiendo de sus padres hasta aproximadamente los 50 días de vida.


Momento de la ceba a un pollo que está a punto de dejar el nido



CONSERVACIÓN
Por norma general son las poblaciones del norte de Europa las que más desplazamientos migratorios (o más largos) realizan, eligiendo zonas más cálidas del Mediterráneo o África para pasar el invierno.

En la Península se estima una población residente de unas 6.000 parejas, de las 250.000 europeas. Principalmente se distribuyen en las cuencas de los grandes ríos y humedales, aunque poco a poco van colonizando parte del norte peninsular y Canarias. En invierno, gracias al gran número de aves migratorias es posible encontrarlas en casi cualquier punto donde haya presencia de agua.



Aunque algunos consideran a la Garza Real "enemiga" de los pescadores por "competir" con ellos, la tendencia de la población es positiva y se encuentra en fase de expansión. Entre las amenazas a las que se enfrenta con mayor frecuencia encontramos la desecación de humedales, la escasez de zonas aptas para la reproducción y, cómo no, la construcción indiscriminada en zonas costeras.




Es importante luchar para conservar las pocas zonas húmedas que quedan en el país, ya que se trata de auténticos oasis para muchos animales (especialmente aves) que las utilizan para reproducirse o pasar el invierno. Zonas como el Delta del Llobregat, fuertemente presionado por el aeropuerto del Prat, la Zona Franca, el puerto y las poblaciones de los alrededores... y que actualmente ocupa una extensión ridícula comparada con la que tenía hace 2.000 años.

De la protección de estos últimos reductos depende el poder disfrutar de la presencia de especies fuertemente ligadas a la presencia de agua, y que nos permiten observar escenas tan estéticas como esta pelea entre dos ejemplares de Garza Real en los últimos días de actividad en la pequeña colonia del Estany de Cal Tet:








LA FOTO
Todas las fotos que aparecen en esta entrada están hechas en el Delta del Llobregat, un espacio natural acosado por el desarrollo de las ciudades de alrededor, pero que aún permite alguna pequeña escapada donde disfrutar de la Naturaleza (entre el ensordecedor sonido de los aviones que aterrizan y despegan en el aeropuerto).
Todas las fotos están hechas desde los hides distribuidos por los diferentes estanques, que nos brindan la oportunidad de ser espectadores del espectáculo sin ser vistos.
Aunque no es mi zona preferida, sobretodo por el ruido constante de los aviones y unos horarios en que se desaprovechan las mejores horas de luz para los fotógrafos (recordemos que la mayoría de zonas son recintos cerrados), el Delta del Llobregat permite hacerse una idea de lo que es un humedal relativamente sano, y debería ser una visita obligada para todos los que vivimos en los alrededores.
Además, su terreno casi sin desniveles permite disfrutar cómodamente de algo tan de moda como el running o un simple paseo tranquilo en bici.



Como última foto he elegido otra más de la secuencia de la pelea, de la lucha por la supervivencia... una supervivencia en la que lamentablemente serán nuestras decisiones las que hagan caer la balanza de un lado u otro.

lunes, 20 de julio de 2015

Abejaruco Europeo (Merops apiaster) (II)




En esta entrada me gustaría explicar paso a paso el proceso para conseguir las fotos de la entrada anterior sobre el Abejaruco Europeo (Merops apiaster)No es fácil encontrar explicaciones detalladas, y espero que esta entrada pueda ayudar a quien se encuentre en una situación similar por primera vez. 

Aunque ya he usado la barrera IR en otras ocasiones, era la primera vez que lo intentaba en una colonia de esta preciosa ave, después de mucho tiempo esperando la oportunidad. Mi mayor preocupación era no afectar (o hacerlo lo menos posible) al comportamiento de las aves ni provocarles ninguna molestia para obtener las fotos, por eso también incluiré los pasos previos a la obtención de las fotografías, ya que creo que es incluso más importante que el resultado.

Explicaré el proceso que he seguido e incluir los problemas que me he ido encontrando, para ayudar a evitarlos a quien lo necesite. Y también para dar a conocer el trabajo que puede haber detrás de una foto, para los menos familiarizados con este mundillo.

La colonia la descubrí durante las vacaciones del 2014, sin buscarla. Escuché cantar a un grupo grande y siguiendo el sonido me encontré con una colonia de unas 20 parejas en un terreno privado y vallado... a 15 minutos andando del alojamiento. La foto que abre esta entrada es lo mejor que conseguí en ese momento.

No teníamos ni idea de quién sería el propietario y no teníamos mucho tiempo, así que la idea era volver al año siguiente e intentarlo. Después de la larga espera, los meses previos estuvimos intentando por todos los medios saber de quién era el terreno y pedirle autorización, sin éxito. Hasta el día anterior al viaje, en que conseguimos su teléfono casi por casualidad. Después de explicarle el plan, accedió sin ningún problema.

Debería comentar que estoy acostumbrado a trabajar en Collserola, rodeado de casi dos millones de habitantes... una colonia de Abejarucos en un terreno privado, vallado, en un pueblo de 200 habitantes, donde poder dejar parte del equipo sin preocupaciones... más perfecta, imposible.


DÍA 1
Nada más llegar al pueblo, fuimos a visitar al propietario del terreno, que nos dejó la llave de la valla para poder ir a nuestro ritmo y dejar algo de equipo. Había unos árboles frutales que prometían escondite y sombra en unos días previstos a más de 35 grados... No se podía pedir más.
La colonia de este año era más pequeña, de sólo unas 10-12 parejas.
Para casos como este, en que tienes tiempo de planificar, siempre llevo en el coche una cámara de cartón, hecha con una caja y un tubo de cartón pegados y pintados de negro simulando una cámara de fotos grande. La idea es dejarla horas para que los bichos se acostumbren a tener algo nuevo ahí y ver cómo reaccionan ante ella. Normalmente el seguimiento lo hago con cámara de fototrampeo, pero en este caso tenía la oportunidad de estar presente.
Desde el principio mostraron la más absoluta indiferencia por su presencia, ya que el goteo de entradas a los nidos era constante.
El siguiente paso era ver qué nidos estaban ocupados y con qué frecuencia entraban. Al cabo de unas tres horas observando debajo de un árbol, tenía un par de candidatos en los que entraban sin parar, muy cerca uno del otro y aproximadamente a 1,80m y 2m de altura.
También pude ver que el pico de actividad iba desde aproximadamente las 19 a las 21h, y el propietario me comentó que por la mañana empezaban a las 7.

pareja a la entrada de uno de los nidos "candidatos"


DÍA 2
A las 6, mientras amanecía, dejé colocados algunos pies de flash a cierta distancia para que se acostumbrasen a su presencia. Lejos de los nidos porque no iba a estar vigilando.
A media mañana, tras una visita rápida a la Reserva Natural de Sebes, acerqué los soportes y trípodes a la que aproximadamente sería su posición cerca de los nidos y me quedé observando por si les molestaban o alguno afectaba a la entrada a otros nidos. Ni lo uno ni lo otro.

mi aspecto debajo del árbol

Mientras, desde el árbol, iba grabando algún vídeo para recordar después los nidos que me interesaban y ver la frecuencia normal de entradas de los padres.
En este vídeo se pueden ver algunas de las entradas que grabé:



Por la tarde tenía intención de seguir observando, pero en el último momento decidí montar el equipo a cierta distancia para ver cómo reaccionaban con todos los trastos a su alrededor. Y si de paso caía alguna foto, bienvenida. La idea era encuadrar a los dos nidos candidatos y elegir para el día siguiente el que tuviera más tráfico. Los flashes a mínima potencia para ver como reaccionan al destello. Al final resultó que el sensor se había movido un par de centímetros, lo que unido a la distancia hasta los nidos hizo que estuviera muy desviado. No salió ni una foto en condiciones, pero la parte positiva es que las aves habían aceptado bien la presencia de todo el equipo, y pude elegir nido para el día siguiente.

los círculos rojos corresponden a los nidos en los que me centré

La sorpresa del día fue que al recoger, sobre las 22:30h, nos encontramos a un volantón en el suelo que no había visto antes. No tenía ni idea de cuál era su nido ni de cómo había llegado allí, así que lo cogí y después de comprobar que estaba bien y parecía tener buenos reflejos, supuse que sólo estaba asustado y posiblemente cansado de sus primeros vuelos. Como no tenía ni idea de cuál era su nido, lo dejé en uno de los nidos que había estado observando... aunque sólo fuese para pasar la noche a resguardo de gatos y demás depredadores. Creo que debemos devolver a la Naturaleza una parte de lo que nos ofrece, y no me parecía correcto dejarlo en el suelo abandonado a su suerte.

el pollo en el nido en que lo dejamos... con una luciérnaga suicida

Uno de los motivos de elegir las fechas fue pensando en la posibilidad de que pasara algo parecido. Preferí llegar más tarde, con los pollos a punto de dejar el nido, por si provocaba algún estrés a los padres y retrasaban las cebas por tener el equipo ahí. En caso de provocar molestias y espaciar las cebas, mejor con los pollos ya creciditos que no recién salidos del huevo. De todas formas, si hubiera detectado algún problema o comportamiento extraño, habría desmontado al momento. Creo que en eso la suerte ayudó mucho.


DÍA 3
Día de mi cumpleaños. Amanece. El equipo montado y otra vez a pasar la mañana debajo del árbol. Ni rastro del pollo de la noche anterior... espero que haya tenido suerte!
La idea era pillar a los padres en vuelo entrando o saliendo de las cebas. Quería congelar el movimiento en un intento de fotografía de alta velocidad, aunque sólo con tres flashes.
Elegí un encuadre un poco contrapicado con el nido que estaba a 2m, metiendo un poco de cielo. A las 7 aparecen los protagonistas, empezando a entrar sin ningún problema y sin parar al nido. Algún susto por los flashes, pero las cebas eran constantes. 



La siguiente duda era si habría preparado bien la cámara, ya que cuando había montado el equipo era aún de noche, y no era fácil calcular para conseguir una buena exposición del cielo mientras intentaba congelar el movimiento con los flashes. A las 8 ya estaba seguro de que no iban a quedar bien, así que desmonté cámara, barrera y flashes y dejé todos los trípodes colocados para la tarde.
Me quedé un par de horas más observando y a casa a descargar las fotos.
Amanecía más rápido de lo que había calculado, y aunque la zona estaba en sombra hasta pasadas las 9, la mayoría de fotos salieron quemadas, pero alguna quedó con un toque más artístico que no me acaba de desagradar, aunque no era lo que buscaba:




El problema era que había demasiada luz natural para intentar esta técnica por la mañana... pero por la tarde pasaría justo lo contrario: las primeras fotos serían inútiles, pero a medida que oscureciera irían mejorando...



La barrera la tenía programada para que disparase la cámara durante 2,5 segundos cada vez que detectaba un ave, lo que da unas ocho fotos por entrada... de las cuales sólo dos o tres serán con el ave en el encuadre ideal, y de esas, alrededor de un 20% serían útiles.

Al cabo de una hora la cámara paró de hacer fotos. Sabía que no era problema de la barrera, y de lejos veía que aparecía algo en la pantalla de la cámara... Se había llenado la tarjeta! Tuve que salir corriendo a cambiarla en un momento en que había pocos ejemplares alrededor, que, evidentemente se asustaron al verme. Aproveché para echar un vistazo rápido, cambiar algunos ajustes, la tarjeta y volví corriendo a esconderme, pensando que no iban a volver... Pero volvieron. 
Una hora después tuve que volver a cambiar la tarjeta. Esta vez al salir me sobrevolaban al menos unos 30 ejemplares. Aprovecho para volver a revisar y ajustar, cambio tarjeta y vuelvo a esconderme. Pienso "esta vez sí que no vuelven"... pero vuelven. Dejan de entrar a las 10 de la noche, a 40 fotos del límite de mi última tarjeta.

En unas tres horas entraron más de 60 veces (triplicando a las de esa mañana). Se llevaban algún pequeño susto con los flashes y abortaban alguna ceba, pero no paraban de traer nuevas presas.

Aprox. a las 19:30. Se ven halos debido a la gran cantidad de luz natural

20:30. Van mejorando las condiciones

21:30. El mejor momento... escasos minutos antes de que se fueran a dormir

DÍA 4
Tras pasar toda la noche fotografiando el pueblo, a las 6 volvía a estar todo preparado. El mismo nido de los días anteriores, pero desde otro ángulo, buscando la luz directa del sol. Después de comprobar que por la mañana era inútil usar los flashes, preparé un montaje sencillo, sólo con barrera y cámara, ISO alta y alrededor de 1/2000seg a f/10, con la esperanza de poder hacer algún ajuste a medida que mejorasen las condiciones.
El cable que conecta la barrera con la cámara decide que ha llegado al final de su vida útil... de lo poco que no tenía repuesto.
Después de los correspondientes segundos de estrés, recuerdo que los transmisores que utilizo para los flashes también permiten disparar la cámara usando uno como mando a distancia desde mi escondite... después de darme problemas en otras ocasiones, no tenía mucha confianza en ellos, pero los días anteriores habían funcionado muy bien, así que probaremos... para mi asombro, funcionaron a la perfección. Para quien le interese, son los Yongnuo RF-603C, muy limitados en cuanto a funciones, pero a unos 40eur la pareja, contra los 400 de otras marcas... 





Por la tarde, cambié de nido a uno que estaba a aproximadamente medio metro del suelo, para cambiar un poco de registro, y hacer alguna foto desde la misma altura del nido o un poco desde arriba.
El cable seguía sin funcionar, así que volví a confiar en los transmisores... esta vez añadiendo los tres flashes al esquema.
Como eran "novatos" en esto, los padres desconfíaron de todo el montaje. Les dejé entrar varias veces sin disparar la cámara para no asustarlos, pero al primer flashazo se asustaron. Después de abortar algunas entradas, desmonté y los dejé tranquilos, llevándome sólo un par de fotos del adulto a la entrada del nido, y además desenfocadas porque había preenfocado más cerca para cogerlos en vuelo al entrar y salir...



DÍA 5
Último día. 6 de la mañana. Elegí el mismo nido de la tarde anterior... al no necesitar flashes tenía la esperanza de no asustarlos. Encuadré intentando meter algo del fondo de rocas y hierbas. Mismos parámetros que la mañana anterior, sin flash y otra vez usando el disparo a distancia.

Mientras los padres dudan, otra de mis aves favoritas hace una aparición sorpresa y se dirige a una zona a unos dos metros de donde había enfocado... aunque sé que es una foto inútil, que va a salir desenfocada, no puedo resistir la tentación de disparar mientras pienso "ya te pillaré, ya..."

Abubilla (Upupa epops), una asignatura pendiente...

Poco después, uno de los padres aterrizó en el nido. Decidí darle tiempo y no disparar, así que les dejé entrar dos o tres veces más. Cuando parecía que cogían confianza, empecé a alternar entre disparo y no-disparo. En algún momento aproveché para acercarme, echar un vistazo rápido a los resultados y cambiar un poco el encuadre.

Entre ceba y ceba aparece el vecino ruidoso que intenta entrar en el nido:


Gorrión Chillón (Pretonia pretonia) un poco despistado

Según avanza la mañana, con los padres llamándolo desde el suelo y tentándolo con una jugosa cigarra, un pollo asoma la cabeza al exterior, probablemente por primera vez...



Decidí alargar la espera a ver si con un poco de suerte conseguía captar el momento de la llegada de un adulto mientras el pollo estaba asomado, pero después de un par de horas puedo confirmar que cada vez que volvían los adultos, el pequeñajo retrocedía... lástima, habría sido el remate perfecto.






CONCLUSIONES
- La barrera IR es una herramienta brutal para la fotografía de Naturaleza, pero tiene algunas pegas: si por accidente se mueve el sensor y no te das cuenta, puedes llenar la tarjeta en un momento con fotos "a la nada"... o no hacer ni una. También, según lo que busques tienes que calcular el tiempo durante el que se estarán haciendo fotos... En mi caso, para asegurar tanto la entrada como la salida, la tenía programada a 2,5 segundos, con el cálculo de fotos que he hecho antes. Eso son muchas fotos inútiles ocupando espacio en la tarjeta. Además, hay que tener en cuenta el retraso (mínimo) desde que el sensor detecta al bicho hasta que se hace la foto.

- Las ventajas están fuera de toda duda: es una herramienta relativamente asequible, imprescindible para fotografiar animales nocturnos que no acepten nuestra presencia, como la Gineta. También cuando buscas la precisión de la alta velocidad, la barrera IR es tu mejor amiga. Son fotos que sin ella serían prácticamente imposibles de hacer. Yo uso la AMJ y no puedo estar más contento con ella: precisión absoluta, sin espejo, un retraso mínimo y ni un solo problema en los años que hace que la tengo.

- No todo lo chino es tan malo... estoy muy sorprendido con el buen funcionamiento de los Yongnuo RF-603C (ver en Amazon), que junto con el flash Yongnuo YN560-III (ver en Amazon) forman un gran equipo... aunque nunca me he fiado mucho del "Made in China". También uso dos flashes Canon (580EXII y 430EXII (ver en Amazon), ambos con unos añitos encima y con nuevas versiones) que funcionan muy bien y tienen más funciones, pero por sus precios podría comprarme 5 Yongnuo. Los mantengo "por si acaso", ya que éstos los puedo sincronizar a alta velocidad y el chino no. 

- En este caso me ha parecido más útil usar el disparo remoto que la barrera. Me explico: con la barrera, la cámara hace fotos (y ruido, y destellos de los flashes si los hay) cada vez que un ave corte el haz infrarrojo, desde la primera a la última. En cambio, usando el disparo remoto se puede controlar cuándo hacer la foto y la cantidad de ellas. Es una manera muy útil de no estresar al animal y elegir cuándo hacer foto y cuándo dejarlo tranquilo. Y de ahorrar espacio en la tarjeta. A partir de ahora será la opción que utilice en caso de poder estar presente y controlando la situación. Para alta velocidad o cuando no pueda estar delante seguiré confiando en la barrera y su precisión.

- Supongo que su alimentación dependerá de la zona y lo que haya disponible, pero los Abejarucos de esta colonia cazaban de todo menos abejas (importante saber el descenso en las poblaciones de abejas, como comenté en esta entrada). En las cebas que captó la cámara, aproximadamente un 60% de las presas que llevaban eran cigarras, 20% hormigas aladas o similar, 10% libélulas o mariposas y 10% o menos abejas, avispas y abejorros.

- Me llamaron la atención tres aspectos de su comportamiento: el primero es lo lejos de la colonia que pasaban la noche los adultos. El segundo era ver cómo en algunos nidos eran tres o más adultos los que aportaban presas (en teoría jóvenes "solteros" del año anterior que ayudaban a sus padres). Por último, era muy curioso ver a los adultos llamando a los pollos con comida desde el suelo para animarlos a salir del nido por primera vez... ya conocía ese comportamiento, pero no lo había visto nunca en directo.

Para acabar, algunas de mis fotos favoritas, después de una de las selecciones más difíciles que he tenido que hacer... Para ser la primera vez con los Abejarucos estoy muy contento con el resultado:








Después de unas 30 horas con ellos, observándolos, viendo su comportamiento, disfrutando de sus vuelos y sus cantos (días después aún me parecía oírlos) , me gustan todavía más que antes. Puede que el año que viene repita, puede que esta vez prepare un posadero y cambie el registro totalmente... Pero falta un año. En breve nos dejarán para pasar el invierno en África, pero volverán, y les estaré esperando.





Me gustaría mencionar a Enric, el propietario del terreno, y agradecerle su ayuda, ya que sin él no habría podido hacer unas fotos que ya llevaba demasiados años buscando. Y a Neus, porque sin su ayuda y su serenidad en los momentos en que todo parece que va salir mal, tampoco habría sido posible. Y a Victoria, por ponernos en contacto con Enric!

lunes, 13 de julio de 2015

Abejaruco Europeo (Merops apiaster) (I)




EL PROTAGONISTA
El Abejaruco es posiblemente el ave más vistosa que podemos encontrar en la Península. Con un canto fácilmente reconocible, alegra nuestros veranos con sus continuas idas y venidas en busca de insectos.

Su plumaje de tonos azules en el pecho, verdosos en el vientre, garganta amarilla, antifaz negro, dorso rojizo... abarca prácticamente todos los colores del arco iris. Los ojos son de color rojo y el pico alargado típico de insectívoro. Las dos plumas centrales de la cola en los adultos son un poco más largas que el resto. Su vuelo ágil y ligero es todo un espectáculo, sobretodo cuando sopla un poco de viento y planean prácticamente en el mismo sitio sin aparente esfuerzo.

Su longitud es de entre 25-30 centímetros, la envergadura oscila entre los 35-40cm y su peso es de 50-70 gramos. Suele desplazarse en grupo en busca de alimento y anidar en colonias que pueden albergar a cientos de parejas, aunque cada vez es más difícil encontrar estas grandes colonias.

Macho y hembra son muy similares en su coloración, con algunos tonos más verdosos para la hembra. La silueta en vuelo es inconfundible, así como su canto, que podemos disfrutar en éste vídeo. Los ejemplares juveniles tienen un color más apagado, con la línea negra que delimita la garganta más difusa.




Se trata de un ave especializada en la caza de insectos en vuelo. A pesar de lo que su nombre indica, no se alimenta sólo de abejas, sino que es un consumidor habitual de libélulas, mariposas, abejorros, cigarras, avispas... cualquier insecto alado puede acabar en su menú. Los insectos más grandes o con aguijón los mata golpeándolos contra su posadero habitual antes de poder tragarlos sin peligro. En los alrededores de sus colonias o posaderos es fácil encontrar pequeñas egagrópilas con los restos no digeribles de los insectos que han consumido.

Como en el caso de la Golondrina Común, es un ave migratoria que nos visita en verano para reproducirse y pasa el invierno en el África tropical. La llegada se produce en marzo-abril e inmediatamente el macho empieza a intentar ganarse los favores de la hembra ofreciéndole insectos. A mediados de agosto emprenden el largo viaje de vuelta hasta África.

Aunque se le puede encontrar en gran variedad de hábitats, el Abejaruco prefiere zonas donde haya taludes y cortados de tierra blanda donde poder excavar su nido, casi siempre en colonias formadas por varias parejas. Muestra preferencia por áreas abiertas de clima mediterráneo por debajo de 1.500m donde encontrar insectos con facilidad. En la Península está presente en la mayor parte del territorio, exceptuando Galicia, costa cantábrica y Pirineos.


Abejarucos tomando el sol después de un baño de tierra para eliminar parásitos.

El nido es una galería de entre 50-200cm que excavan ambos progenitores usando el pico para cavar y las cortas patas para extraer la tierra. Tardan aproximadamente dos semanas en acabarlo. En el interior no colocan ningún revestimiento para hacerlo más confortable ni limpian los excrementos de los pollos, por lo que no repiten nido varios años seguidos. Los nidos abandonados suelen aprovecharlos otras aves como el Gorrión Chillón (Petronia petronia), su compañero de colonia más habitual, o pequeños mamíferos, incluso conejos.

La puesta consta de unos seis huevos de media que incubarán macho y hembra. Aproximadamente a los 20 días se produce la eclosión, con una diferencia entre cada huevo igual a la diferencia en el momento de la puesta (si entre el primer huevo y el último hubo una diferencia de una semana, esa diferencia será la misma en el momento de la eclosión). Esta táctica, típica de las rapaces, favorece la supervivencia de los primeros pollos en nacer en caso de escasez de alimento.
Ambos padres aportarán insectos de forma casi continua en el nido, a menudo ayudados por jóvenes del año anterior que no han encontrado pareja.
Hacia las tres semanas de vida los pollos empiezan a asomar la cabeza fuera del nido, empezando a volar a las cuatro semanas (principios-mediados de julio). Una vez que han dejado el nido se unirán a sus padres en la búsqueda de alimento y en la preparación del viaje a África, abandonando la colonia hasta la próxima primavera.




CONSERVACIÓN
La población estimada en España es de unas 100.000 parejas, aproximadamente el 25% de la población europea. 
Debido a su dieta, el Abejaruco es un ave odiada por muchos apicultores, lo que se traduce en una persecución directa por parte de algunos, aunque también se ha visto favorecido por los taludes derivados de la construcción de carreteras y vías de tren que le proporcionan nuevas zonas donde criar.
La presión urbanística y turística ha propiciado el abandono de las grandes colonias de cientos de parejas que se podían encontrar antes, siendo éstas en la actualidad más pequeñas y dispersas en general.
El uso de insecticidas industriales en los cultivos tampoco resulta de gran ayuda para estas coloridas aves.
En algunos casos, los propietarios de los terrenos donde instalan sus nidos tampoco están muy contentos con su presencia, ya que pueden dejar un talud agujereado como un colador, pudiendo llegar a provocar problemas en cultivos situados en la parte superior. En estos casos optan por tapar la entrada a los nidos con piedras. Aunque no es una práctica con la que esté de acuerdo, la entiendo, y lo único que puedo decir es que en caso de hacerlo, se bloqueen los nidos en otoño o invierno, cuando haya total certeza de que están vacíos.




LA FOTO
En la próxima entrada explicaré paso a paso el proceso para conseguir algunas de las fotografías que acompañan a esta. No porque sea la mejor manera de hacerlo, sino porque es la que a mí me ha funcionado... siempre desde el respeto al ave y primando su bienestar por encima de todo.
No es fácil encontrar explicaciones "paso a paso" de muchas situaciones y espero que a alguien le pueda ser útil, aunque sea para evitar los errores de las primeras veces.
También creo que es importante que quien no sabe cómo funciona la fotografía de Naturaleza conozca un poco el (a veces larguísimo) proceso que lleva conseguir la foto que buscas... no se trata de llegar, apretar el disparador e irse a casa con la foto, o pasarse horas tergiversando la realidad en Photoshop...
En este caso, como aperitivo, fueron necesarios cinco días (porque no tenía más), unas 30 horas y más de 1000 fotografías para conseguir las 30 con las que estoy realmente contento.



lunes, 6 de julio de 2015

El hide de Can Teixó




Si hay algo realmente difícil de observar en su hábitat en este país, son los mamíferos. Obligados por la presión humana, la mayoría de especies ha ido trasladando su actividad a las horas nocturnas o crepusculares. Se han convertido en seres tan escurridizos que a veces la única manera de detectar su presencia en nuestros bosques es mediante la observación de sus huellas, restos de alimentación o las entradas a sus madrigueras.

Esta semana no escribiré sobre ninguna especie en concreto, prefiero contar mi experiencia en una instalación que me sorprendió muy gratamente: el hide de Can Teixó (Casa del Tejón), de Naturaprop.

Este hide (u observatorio) es una de las poquísimas excepciones a los hides de aves que podemos encontrar fácilmente en casi cualquier punto de nuestra geografía. Lo habitual es encontrar hides dedicados a aves rapaces, carroñeras o a aves forestales. Cuando hablamos de buscar mamíferos nocturnos en libertad y en su hábitat, la cosa se complica.



Qué es y dónde está
Naturaprop lo componen tres apasionados de la naturaleza que un día dijeron "por qué no?". El primero, Esteve Ginabreda, es ingeniero técnico electrónico, y se encarga de todo el montaje de luces, sensores y cámaras. Toni Llobet es un gran ilustrador y autor de libros y guías de naturaleza, y Xavier Puig es biólogo especialista en quirópteros.

El hide se encuentra en el bosque de Can Vidal, una explotación ganadera donde además podemos encontrar un alojamiento rural donde descansar en contacto directo con la naturaleza.

Entre Girona y Banyoles, en el pequeño pueblo de Sant Esteve de Guialbes es donde encontraremos la instalación, a algo más de una hora de camino desde Barcelona.

Además del hide de Can Teixó, muy cerca tienen el de Ca l'Astor (Casa del Azor), aunque éste no lo he probado... de momento.



Cómo funciona
Tenemos varias opciones a elegir según el tiempo que estemos dispuestos a estar dentro y lo que esperemos ver:

- Diurna: mañana o tarde (sirva éste vídeo como una pequeña muestra de los visitantes diurnos del hide)
- Anochecer: desde la tarde hasta aproximadamente medianoche, dependiendo de la presencia de animales. 
- Nocturna: tarde, toda la noche y mañana siguiente (ésta es la que disfruté y la que recomiendo)

También ofrecen la posibilidad de estancia nocturna en el hide y habitación en Mas Vidal para poder descansar en condiciones y reanudar las observaciones por la mañana.

Aunque el hide es amplio y cómodo, la estancia nocturna puede ser un poco dura (quince horas en mi caso), por lo que ésta opción es más recomendable para fotógrafos y observadores experimentados. En caso de necesidad, también tienen dos camas plegables, aunque no será fácil dormir sabiendo lo que puede pasar fuera en cualquier momento...



Lo que realmente llama la atención de este hide es la instalación (trabajadísima) de los sensores y el sistema de iluminación que se activa automáticamente cuando detecta la presencia de un animal. Incluso han puesto un despertador que te avisa si se encienden las luces mientras echas una cabezadita. También es posible regular la intensidad de la luz desde el interior del hide según necesidad, sea para fotografiar o simplemente para observar.


Especies a observar
Aquí viene la parte más interesante... la lista de visitantes habituales es enorme, y aunque a veces puede fallar alguno (recordemos que se trata de animales en libertad), la estancia no defrauda. En mi caso, pude disfrutar de la presencia de:

- Tejón (Meles meles) - 2 ejemplares
- Ardilla roja (Sciurus vulgaris) - al menos 2 ejemplares
- Arrendajo (Garrulus glandarius) - al menos 2 ejemplares
- Pico picapinos (Dendrocops major)
- Carbonero común (Parus major) - al menos tres adultos y 8 juveniles recién salidos del nido
- Cárabo común (Strix aluco) - un ejemplar de noche y de lejos. Tenían nido cerca del hide.
- Petirrojo europeo (Erithacus rubecula) - un adulto y un juvenil
- Mirlo común (Turdus merula) - mínimo un macho y una hembra
- Pinzón vulgar (Fringilla coellebs) - al menos una pareja
- Gorrión común (Passer domesticus) / Gorrión molinero (Passer montanus) - varios ejemplares de ambas especies
- Chochín común (Troglodytes troglodytes) - un ejemplar se dejó ver fugazmente por la mañana
- Agateador europeo (Certhia brachydactyla) - un ejemplar. Había un nido justo al lado del hide al que incluso habían colocado una webcam, pero ya estaba vacío.
- Paloma torcaz (Columba palumbus)
- Herrerillo capuchino (Parus cristatus) - mínimo dos ejemplares
- Herrerillo común (Cyanistes caeruleus)
- Estornino pinto (Sturnus vulgaris)
- un ratoncillo también asomó la cabeza, pero no me dio tiempo a identificarlo

Aunque en esa ocasión fallaron, también visitan habitualmente el hide:
- Zorro (Vulpes vulpes)
- Gineta (Genetta genetta) - posiblemente ahuyentada por los Cárabos, ya que según me comentó Esteve, no la dejaban acercarse mucho.
- otras aves forestales como el Picogordo, el Ruiseñor, el Mito, Currucas o Verderón.


Aproximadamente entré a las 19:30 (no pude llegar antes) y hasta las 21:00 estuve entretenido con las idas y venidas de las Ardillas y los Arrendajos, mientras una o dos nidadas de Carbonero se volvían locas con los cacahuetes que Esteve les había dejado en un comedero. El Agateador, Mirlos y Petirrojos también hicieron acto de presencia, y alguno aprovechó para darse un bañito de última hora.

Cuando pasaban exactamente 21 segundos de las 10 de la noche, apareció el primer Tejón, un abuelete al que le faltaba una oreja y le habían pegado un mordisco en la otra. Hizo una rápida aparición de dos minutos y volvió al cabo de media hora para estar, esta vez sí, 30 minutos rebuscando en los alrededores del hide la comida que Esteve había repartido estratégicamente. 
Sobre las 23:30 apareció otro ejemplar más joven y más atrevido que se acercó a menos de un palmo de la ventana. Estuvo aproximadamente 15 minutos, lo que fotográficamente hablando, da para mucho...
Hacia la 1:15 volvió a aparecer "el abuelo", esta vez más tranquilo... mucho más tranquilo: pude disfrutar de su presencia durante una hora. Tiempo de sobras para dejar la cámara a un lado y disfrutar del espectáculo.

En algún momento sobre las 4 de la mañana, cuando empezaba a dar alguna cabezada, se encendieron las luces pero no había ningún bicho a la vista. Resultó que un Cárabo pasó volando, activó los sensores y se posó en un árbol lejos del alcance de los focos.

A las 6 de la mañana, puntuales como un reloj, hicieron acto de presencia los Arrendajos, y poco después les siguieron las Ardillas, los Carboneros, Mirlos, Picapinos... en un continuo ir y venir buscando comida y, lo más entretenido y estético, bañándose en la charca.




Fotografía
Las condiciones no son fáciles, todo hay que decirlo. En la época en que fui (el 6 de junio, coincidiendo con la final de la Champions), a la hora que llegué apenas había luz natural (toda la instalación está en sombra, en medio del bosque) y por la mañana el sol directo empezaba a dar hacia las nueve.

Por la noche, el montaje de luces cumple perfectamente su función, tirando de ISO alta y velocidades de obturación relativamente bajas (el Tejón no es un bicho precisamente rápido de movimientos) es posible obtener muy buenas fotos, controlando el balance de blancos de nuestra cámara. 

No se necesitan grandes teleobjetivos para el Tejón, la mayoría de fotos las hice con el 70-200, incluso alguna con el 100mm macro aprovechando su mayor luminosidad (f/2,8). Para los pájaros pequeños como los Carboneros sí que es interesante disponer al menos de un 400mm, cuanto más luminoso mejor, porque a velocidades tan bajas más de una foto sale movida.




Por si fuera poco con su propio montaje, también te dan la opción de colocar tus flashes para obtener resultados más "personales". En mi caso preferí no utilizarlos y aprovechar sus luces, pero la próxima vez iré cargado con tres o cuatro flashes, pensando sobretodo en las aves de última hora de la tarde y primera de la mañana.


Conclusión
100% recomendable. Pienso repetir en cuanto pueda, a ver si esta vez la Gineta se decide a aparecer, ahora que el nido de los Cárabos está vacío.

La visita a este hide es muy recomendable a fotógrafos, observadores y amantes de la naturaleza en general, pero también a familias que quieran enseñar a sus hijos una pequeña muestra de toda la vida que hay en el bosque, para que aprendan a respetarlo desde bien pequeños. Eso sí, recordemos otra vez que se trata de animales salvajes y que es imprescindible hacer los mínimos movimientos y el menor ruido posible si no queremos asustarlos y que se marchen.

Recomiendo visitar su web, disfrutar con las fotos de su galería y hacerles una visita, seguro que no te arrepentirás.



Personalmente, me encanta esta iniciativa de la gente de Naturaprop, ya que es así como todos deberíamos disfrutar de los animales, sobretodo los niños: en su hábitat y con sus comportamientos normales, no encerrados tras los barrotes de un zoo, privados de lo más importante: su libertad.